Con la cabeza en el cielo y los pies en la tierra

Conoció a San Josemaría a través de una estampa rezando para salvar los exámenes de Preparatorio en diciembre. Y luego descubrió el Opus Dei. Hoy no se deja de sorprender de las seguridades y alegrías que brinda el espíritu de la Obra porque hace que uno tenga los pies bien en la tierra pero la cabeza en el cielo

Cuando yo tenía 16 años y estaba en quinto año de liceo iba al liceo Rodó. Mi hermano Carlos también iba a ese liceo. Un amigo le dio una estampa del fundador del Opus Dei y como yo nunca había dado ningún examen estaba un poco nerviosa con el tema. Quería salvarlos todos en diciembre pero era la primera vez que me exponía así. Carlos, al verme con tantos nervios, me dio una estampa para que le rezara a ese sacerdote y me dijo que me ayudaría.

Yo no tenía idea de quien era Josemaría Escrivá ni nada de nada sobre el Opus Dei. Sólo sabía que quería salvar mis exámenes. Por lo que me dedique a estudiar mucho y a rezarle a ese sacerdote de la estampa. Y fui salvando uno a uno todos mis exámenes

En ese entonces mi hermano ya iba por la residencia Montefaro y me pasó la dirección de la residencia Del Mar, que era para mujeres. Corría el año 1980. Yo no fui porque vivo en Solymar y es lejos, además de que a esa edad todavía no me manejaba bien en Montevideo.

Al año siguiente fui a sexto de liceo en el IAVA. Yo llevaba la estampa de Josemaría Escrivá en mi cartuchera y una compañera la vio y me dijo: “a donde yo voy a estudiar hay estampas de ese sacerdote”. “Ah, mirá tú ,le dije, yo quiero conocer algo pero no se con quién ir”.

Ella estudiaba en Ademu un curso de Auxiliar Contable y la sede de Ademu estaba en el Colegio Del Plata. Allí conocí a varias personas del Opus Dei e inicié un curso de doctrina cristiana.

Al año siguiente comencé a estudiar Magisterio y se me complicaron los horarios por lo que en lugar de la charla de doctrina comencé a ir por la residencia Del Mar los días sábados.

El ambiente me encantaba y como me trataban tan bien me sentía útil e importante. Ese año el Papa visitó Argentina y me invitaron a ir. “¿Y cómo lo pago?”, me preguntaba yo. Pero la idea me encantaba. Yo nunca había salido de Uruguay, nunca había visto a un Papa, y además este me encantaba!!!!!!!!. El tema es que fui, lo vi, me emocioné y lloré mucho. Todo me pareció un sueño. Al volver ya venía pensando en ser de la Obra.

En mi casa me veían más contenta y que iba más a misa más seguido y me preguntaron qué es lo que hacía. Les dije que iba más a misa para ser mejor con la ayuda de Dios.

Pedir la admisión en la Obra me ha ayudado mucho en mi carrera profesional. (...) desde el principio me hizo ver mi profesión de maestra de forma "diferente"

Ser de la Obra me ha ayudado mucho en estos años de carrera profesional. Me doy cuenta que desde el principio me hizo ver mi profesión de maestra de forma "diferente" que las demás compañeras. Ya en Magisterio veía que varias compañeras se dividían en grupitos, o hacían diferencias o tenían recelos y envidias y yo trataba de no ser así. Hacía lo mejor que podía. Un día a una compañera de clase se le murió el novio en un accidente. Estaba muy desconsolada y yo no sabía que decirle. Entonces le entregué una Hoja Informativa sobre San Josemaría donde nuestro Padre habla de que Dios no es un cazador furtivo que está esperando para matar y cazar la gente tomándola desprevenida, sino que es un jardinero que corta la flor en su mejor momento.Se la di y le gustó mucho todo lo que decía y la ayudó.

En mi trabajo recurro mucho a San Josemaría. Además cuando algunos niños se ponen "bravos o muy nerviosos" me acuerdo de pedirle "ayuda" a los ángeles custodios, tal como hacía el fundador del Opus Dei con las personas con las que estaba.También tuve que rezarle mucho al Padre para conseguir trabajo porque me recibí en un época brava y no había casi escuelas.

Esto es lo que Dios hace con nuestras almas al llamarnos al Opus Dei. Y todo vivido con naturalidad, sin dejar el mundo, el barrio, el país y sus problemas y crisis

Debo reconocer que el ambiente de Magisterio es muy laico pero siempre te encontrás gente buena y sacrificada. Ya de por sí el maestro lo es por vocación sino se dedicaría a otra cosa. Trato de preocuparme por los padres de los niños y por sus familias y de dar consejos, de escucharlos siempre. Veo que los padres lo valoran mucho y hace que uno tenga un vínculo diferente con ellos. Ellos son los "dueños" de sus hijos y yo sólo colaboro en su formación con los padres.

Yo creo que lo maravilloso de la Obra es que las circunstancias de la vida cambian, las épocas, los tiempos, las situaciones que nos tocan vivir, estar sano o enfermo, con muchísimo trabajo o sin trabajo, soltero o casado y con muchos hijos, joven o viejo, pero uno sabe que hay algo que permanece. Algo que está en la base de los cambios de la vida y eso es lo que te da el Opus Dei. Es la vocación, es el espíritu que Dios le trasmitió a nuestro Padre lo que "permanece", lo que es así para siempre. El sentido de la filiación divina, el descubrir la paternidad de Dios en toda su plenitud, el sabernos hijos suyos pase lo que pase. Y todo esto te da seguridad en estas épocas de "tanto cambió", de guerras e inseguridades, de luchas de poder y de dominio, de sometimiento a los demás. Esto es lo que te llena de alegría la vida. Esto es lo que Dios hace con nuestras almas al llamarnos al Opus Dei. Y todo esto vivido con naturalidad, sin dejar el mundo, el barrio , el país y sus problemas y crisis. Sin dejar de tener, como nos pedía nuestro Padre, la cabeza en el cielo y los pies bien en la tierra.

Rosario Sanabria, Maestra // Libro "San Josemaría y los uruguayos", año 2002