Paradero desconocido

Las turbulencias propias de la edad dejaron a Saieda –una chica de raíces egipcias– en paradero desconocido. Tenía 18 años, deseos de encontrarse a sí misma y de quitarse el exceso de equipaje para poder volar más alto y rápido, pero no sabía cómo.

A través de sus compañeras y profesoras de colegio, descubrió su verdadera identidad en la fe católica y se bautizó. Saber que es hija de Dios le ha dejado una sonrisa permanente en el alma y en la cara.

«Dios es mi Padre que me quiere y me dice: “No pasa nada con todo lo que has hecho anteriormente. Aquí estás para recomenzar las veces que haga falta”. Eso fue para mí la primera Confesión, explica Saieda. Se trata de sobrepasar la barrera de la razón –qué hago contándole mis miserias a una persona como yo– para pensar más con el corazón: ahí está mi Padre y me voy a reconciliar con Él».

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La historia de Saieda forma parte del reportaje RESET, en el que varias personas han compartido su tiempo para hablar de su vida, de heridas, de caídas y levantadas, de eso tan humano que es errar y necesitar ser perdonado, de necesitar amar y ser amado. De la alegría de encontrar la misericordia de Dios en el “sacramento de la alegría”.