“Siempre noto el cariño que me dan"

Decidió participar en un coro y allí conoció a algunos miembros del Opus Dei. Ya con tres hijos, la lectura de los escritos de Escrivá de Balaguer le mostraron que debía profundizar más el camino que comenzaba a aparecer ante sus ojos

Al poco tiempo de haber ingresado en un coro donde muchos de los participantes eran miembros del Opus Dei, comencé a profundizar en la Obra de Dios. Tenía pocas y vagas referencias acerca de la misma y traté de evacuar dudas que siempre había tenido, hablando con unas y otras personas a las que iba conociendo en este ámbito.

Fue así que una chica me prestó un libro sobre la vida de Monseñor Escrivá de Balaguer que me resultó apasionante y a los pocos días de terminarlo sentí que muchos de los conceptos que se expresaban allí, calzaban perfectamente con mi modo de vivir y mis convicciones.

Lo que más me cautivó fue descubrir que todos éramos llamados a la santidad en el lugar donde nos tocaba vivir. Por primera vez en mi vida (siendo una mujer casada y con tres hijos), sentí que debía profundizar más en este camino que se me empezaba a mostrar.

Durante un ensayo de nuestro coro, asistió un sacerdote de la Obra, para coordinar la versión de una canción que íbamos a interpretar en ocasión de una misa. A los pocos días lo volví a encontrar cerca de mi casa y yo misma lo saludé. Me presenté ante él y le recordé de dónde le conocía. Me invitó a participar de una charla y yo asistí. Al verme me saludó con gran cariño y me sorprendió que recordara mi nombre, siendo que sólo nos habíamos visto una vez.

Este trato especialmente cariñoso siempre lo he notado en todos los ámbitos que he conocido de la Obra de Dios. Siempre se alegraban de verme, me saludaban por mi nombre y me preguntaban por algún detalle de mi familia que particularmente me provocaba sensación de calor de hogar.

Me tocó vivir una experiencia única, ya que no había una razón por la cual alguien me hubiera invitado a alguna actividad de la Obra. Tampoco provengo de una familia católica que hubiera posibilitado un acercamiento al Opus Dei por algún motivo.

Fue sencillamente la voluntad de Dios. A poco más de un mes de haber conocido el Opus Dei me propusieron ser cooperadora y gustosamente acepté. De ahí en más mi sed de Dios fue creciendo de forma intensa y unos meses más tarde pedí la admisión en la Obra.

Y lo más maravilloso es que todo este proceso fue de aprendizaje paulatino y lleno de cariño, con gran dedicación por parte de quienes me fueron guiando, logrando satisfacer mi hambre de conocimiento, cada vez que yo manifestaba interés.

He ido contagiando a los de mi familia en vivir mejor nuestra vida diaria. En pocos meses mi hijo mayor (de 14 años en ese entonces) que no había querido prepararse para la primera comunión, se integró a un club de varones y se entusiasmó de tal modo que la recibió para alegría de todos nosotros y de él mismo. Ahora participa con entusiasmo y colabora con los más chicos.

Mi hija - que sí había tomado la comunión – formó un grupo de amigas de su colegio, para recibir clases de doctrina católica con una persona de la Obra, con fines de perseverar y posiblemente recibir la Confirmación.

Ahora sé que en los momentos difíciles que toda familia atraviesa, no estoy sola, que toda la familia del Opus Dei reza por nosotros y San Josemaría Escrivá de Balaguer también, con lo cual las preocupaciones se hacen más llevaderas.

Laura Zanolli de Penadés, Directora del CADI // Libro "San Josemaría y los uruguayos", año 2002