Un tumor detenido a tiempo

El sábado de noche, cuando estábamos aprontando a los chicos para irse a dormir, se me ocurrió alumbrarles la cara con una linterna y me llamó la atención que Mariano no cerrara el ojo derecho. No lo comenté con nadie pero me quedé bastante preocupado

  De mis cuatro hijos, el segundo se llama Mariano. Cuando tenía 3 años, hicimos un viaje al interior del país con mis padres y todos mis hermanos. En la empresa donde yo trabajaba me prestaron un camión, lo acondicionamos como casa rodante y salimos un sábado por la mañana.

El sábado de noche, cuando estábamos aprontando a los chicos para irse a dormir, se me ocurrió alumbrarles la cara con una linterna y me llamó la atención que Mariano no cerrara el ojo derecho. No lo comenté con nadie pero me quedé bastante preocupado, pese a que después volví a alumbrarle la cara y esa vez sí cerró el ojo.

El domingo de noche emprendimos el regreso. Mientras manejaba, le encomendaba mi preocupación a Josemaría Escrivá.

Llegamos a casa a primera hora del lunes; devolví el camión e inmediatamente fui a visitar a varios oculistas con la esperanza de que atendieran a Mariano. Uno no tenía consulta ese día, otro estaba en el interior y un tercero le restó importancia al asunto. Finalmente, a última hora de la tarde encontré a una oculista que ya estaba terminando la consulta y me prometió atender al niño si lo llevaba en diez minutos. Llegué al consultorio con Mariano cuando la doctora ya estaba en la puerta, sin la túnica, pronta para irse.

Lo examinó y decidió darle pase urgente

para uno de los mejores oculistas del país. A la mañana siguiente fuimos a verlo y dio un diagnóstico poco alentador: retinoblastoma en el ojo derecho. Solicitó análisis de sangre y placas, y decidió operar a Mariano dos días más tarde. Había que extirpar el ojo y hacer un análisis patológico. Durante ese lapso, decenas de personas estuvieron encomendando a Monseñor Escrivá la curación de mi hijo.

Cuando a los quince días el médico me confirmó que Mariano estaba fuera de peligro, dijo que si la operación se hubiera demorado una semana, el tumor habría pasado al cerebro causándole la muerte.

    G.C.V. // Libro "San Josemaría y los uruguayos", año 2002