Dos grupos de "jotaemejotas"

Dos grupos de jóvenes uruguayas, estudiantes del CADI y universitarias que acuden a medios de formación cristiana en dos centros del Opus Dei, Prado y Aldaba, participaron en la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011.

El grupo de 19

Uno de los grupos que viajó rumbo a la JMJ fue el del CADI ( www.centrocadi.org ). Eran 19 en total. Las acompañaron chicas de otras partes de Montevideo y de Paysandú.

El pasaje fue bien aprovechado: antes hicieron la ruta mariana (Lourdes, Monsterrat, El Pilar, Torreciudad) y después participaron de un curso de liderazgo en Pamplona. En cada parada del camino se repiraba el "ambiente JMJ": jóvenes de todos los países, colores, lenguas y culturas, unidos por la misma meta: Madrid.

Sonia no se quedó callada: "póngase las pilas señora, que no le queda mucho tiempo".

En la capital española todo era JMJ. Todo eran cantos y bailes. Todo era entusiasmo contagioso por saberse cerca del Papa. Los madrileños estaban muy impresionados por la alegría que notaban en los peregrinos. Y no sólo impresionados. Muchos se plantearon vivir más en serio su fe, o incluso convertirse. Sonia, por ejemplo, que fue con otro grupo de amigas uruguayas, al ir a comprar el almuerzo para todas, conoció a una señora mayor, que le preguntó por la fe cristiana. Sonia no se quedó callada: "póngase las pilas señora, que no le queda mucho tiempo". La mujer prometió llamar a su nieto que la solía invitar a ir a Misa y ella se negaba. Se encontraron unos días más tarde, por otra calle de Madrid, y ¡cuál fue la emoción de Sonia cuando la señora le dijo que ya había ido a Misa con su nieto! y que estaba feliz y agradecidísima.

Así cuenta Miriam la jornada de la Vigilia: "Salimos a las 12 del mediodía para llegar a Cuatro Vientos. Almorzamos en el camino. Todos los metros estaban colmados, abarrotados de gente: imagínense, ¡un millón y medio de personas que iban al mismo lugar! Tuvimos que tomar dos metros y una de las chicas del grupo se nos desmayó... al ratito, se desmayó la segunda... Así que nos bajamos y fuimos en un tren que nos dejó a 5 o 6 kilómetros. Caminamos de lo lindo. Era una gran masa humana desplazándose: unos rezando el rosario, otros cantando, algunos grupos iban tomados de la mano. Todo a paso de tortuga, cargando nuestros sacos de dormir y lo necesario para pasar la noche a la intemperie.

El otro grupo de 'jotaemejotas'

Al llegar a Cuatro Vientos, la sorpresa fue tremenda: ¡¡era como entrar a un campamento de refugiados!! Había gente, gente, gente por todos lados; gente con carpitas bajo el rayo del sol desde la mañana; gente cantando en rondas; gente merendando, envueltas en sus banderas... Nosotras llegamos hacia las 5 de la tarde y, como el lugar que ocuparíamos estaba lleno, nos fuimos al fondo de todo. Entre tanto, mirábamos cómo tocaban los grupos musicales; pasaba gente e intercambiábamos pins, pulseritas, etc, etc.

La llegada del Papa fue impresionante: tres del grupo estaban en primera fila, allá adelante, porque habían ido de mañana. Nosotras desde atrás veíamos un puntito borroso y mirábamos por pantalla gigante. Pero aún así emocionaba sentir la voz de Benedicto XVI y saber que estaba ahí, ¡¡a unos metros!!

Cayó la noche y, de repente, en pleno acto con el Papa, se largó un viento y unos truenos y relámpagos impresionantes y… ¡zas! ¡Nos empapamos de pies a cabeza! Tapamos como pudimos los sacos de dormir y las mochilas, la verdad que sin demasiado éxito… Después vino un viento fuertísimo que daba frío al estar mojadas, pero ayudó a secarnos rápidamente.

El Papa agradeció mucho que resistiéramos las inclemencias del tiempo y las incomodidades, y todos respondíamos con fuertes aplausos y cantos: "Esta es la juventud del Papa" y "Be-ne-dic-to" pla, pla, pla (con las palmas de las manos). El momento cúlmine fue cuando anunció que la próxima jornada sería en Río de Janeiro, en 2013. El júbilo fue indescriptible.

A la hora de dormir teníamos varios sacos menos, porque se habían ensopado. Igual los abrimos y dormimos mejor de lo que esperábamos, porque los 45 grados que hicieron durante el día convirtieron el piso en una manta térmica calentita…”.

Sin duda, estos días dejaron huella en todas las “jotaemejotas”, que volvieron a Uruguay con más convicción que nunca de lo grande que es ser cristiano y contagiarlo a los demás.